CÁDIZ SUFRIMIENTO CF

Si hay un equipo peculiar, diferente y querido en el fútbol español ese es el Cádiz CF. Los amarillos despliegan su simpatía y enfoque de seguir el fútbol allá por donde pisan. Este domingo, el equipo tenía una oportunidad excepcional para subir a Segunda División y poner fin a una etapa de penurias en el pozo de la Segunda B. Muchos años de destierro futbolístico que no se merecen unos aficionados volcados con sus colores: el azul y el amarillo. Se cuidaron todos los detalles. El recibimiento fue propio de un equipo que disputa una eliminatoria crucial en la Champions League, nada que envidiar a los grandes del fútbol español. El partido cobró una relevancia enorme, una trascendencia que nunca había acaparado una eliminatoria de ascenso a Segunda B. El foco mediático estaba en Cádiz.

 

El ambiente de gala presagiaba una noche larga de celebraciones y éxitos. La vuelta a Segunda estaba más cerca gracias al empuje de la hinchada. Pero en el deporte hay que competir y jugar, la afición no juega, puede ayudar pero no marca goles. El equipo no estuvo a la altura, con unos jugadores superados por las circunstancias y hundidos tras recibir el gol en contra. Falto reacción y conceptos de fútbol. De nuevo, toca remar y remar para llegar a la orilla. Es la muestra más evidente de la historia cadista. El sufrimiento tiene un lugar privilegiado en el escudo del Cádiz CF. Sus aficionados seguirán luchando, animando y apoyando a su equipo. Eso es innegociable. El sueño sigue vivo, sólo se ha escogido el camino equivocado.