DE LA CAVERNA A LA GLORIA

El fútbol da muchas vueltas. El camino de la gloria es el mismo que te coloca en el ostracismo más absoluto. Depende de ciertos matices esa ubicación categórica. Que se lo digan a Javier Hernández, conocido como Chicharito. Toda la temporada en el banquillo, fuera de convocatorias y su oportunidad llega en el momento clave del curso por la plaga de lesiones. Ancelotti no lo tenía entre sus recambios habituales. Había disputado minutos de la basura, esos que no conducen a nada y que llegan incluso a enfadar a los propios jugadores. Ya ante el Málaga dio muestras de que, pese a ello, está activado y con ganas de ayudar a sus compañeros. Magnífica actitud que corroboró en la vuelta de cuartos de la Champions frente al Atlético de Madrid. En el partido más importante de la temporada hasta el momento.

 

 

El gol lo es todo. Marca la diferencia en este deporte. En una eliminatoria tan cerrada un tanto sería suficiente. Chicharito tenía constancia de ello. No dudo en luchar, fajarse con los centrales atléticos, buscar sus propias ocasiones y bregar. Para doblegar al Atlético de Madrid hay que ser muy insistente, más aún cuando el portero rival está sobrado de inspiración. Oblak fue un muro que sólo un chicharro podría tumbar. Esa obra estaba reservada para Chicharito. El atacante mexicano recibió el premio a su entrega con una asistencia de lujo de Cristiano Ronaldo. Después del gol, llegó el éxtasis y el reconocimiento del respetable tras ser sustituido. Chicharito acabó exhausto, superado por las circunstancias y emocionado. Lloró de alegría. Salió de la caverna y paso a protagonizar la gloria.