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EURORIDÍCULO

16.05.2017 20:25

“Para ir así, mejor no ir”. La contundencia de la frase habla por sí sola y refleja la opinión generalizada de la ciudadanía española ante la actuación de Manel Navarro en Eurovisión 2017. Los “memes” y “zascas” en Twitter y redes sociales han corrido como la pólvora refrendando un mal desempeño y una canción sin “ton ni son”. El “gallo” final no deja de ser un mero detalle cuya inexistencia no hubiera modificado las puntuaciones. 

Eurovisión ha perdido el encanto de años pasados, hecho que no le ha alejado de ser una referencia mundial en el mundo de la música. Prima el espectáculo y la puesta en escena; si cantas en inglés tienes más opciones de triunfo. No obstante, el contrapunto este año lo puso el participante portugués, Salvador Sobral. Cantó en su idioma, encandiló al público, su puesta en escena fue austera, pero todo lo hizo con sentimiento. Gran virtud que le permitió ganarse al público y televidentes.

Por el contrario, Manel Navarro sólo se aferró a un estribillo secote,  camiseta hawaiana e idioma mestizo que no aclaró las intenciones de la musicalidad. Para cantar hay que interpretar y enganchar al público. Con esa canción no se lograban los objetivos. Tampoco ayudó la puesta en escena que desentonaba con lo que pide Eurovisión. Quedar el último en este festival no supone ninguna hecatombe, pero si evidencia errores de planificación en las plataformas que eligen a estos artistas como representantes de la música española. 

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