LA LIBERTAD DE BÁRCENAS

La salida de la cárcel de Bárcenas ha sido una de las noticias de lo que llevamos de año. Un asunto turbio que deja muchas incógnitas sobre la verdadera razón de su puesta en libertad. La ciudadanía se encuentra indignada, atónita, y si permiten la expresión, anestesiada ante todos los despropósitos cometidos por la justicia española. Normal que no se crea en un estamento clave para garantizar la convivencia en un estado democrático y de derecho.

 

Me quiero centrar en algunas perlas soltadas por un personaje acusado de blanqueo de capitales, cohecho, fraude fiscal... Casi nada. Aunque para el Gobierno español eso no es suficiente. “No me arrepiento de nada. Volvería a actuar exactamente igual”. Sorprende estas declaraciones hasta cierto punto. Él se siente respaldado para declarar eso y más. La fuerza del cobijo político le ampara. Hizo caso a Rajoy “he sido fuerte”, otra muestra de complicidad. Y remata sus palabras con un “no tiene nada que temer de mí”. La lealtad es un valor fundamental para ambos. “El PP es el partido que debe gobernar España”, afirmó Bárcenas. 

 

Y yo me pregunto, ¿los españoles quieren que cosas de esta naturaleza sigan siendo habitual en España? Espero y deseo que no. La pérdida de credibilidad de la institución judicial es un serio problema. También lo es la anestesia continuada que recibe la ciudadanía día tras día. Ya nada asusta, todo está permitido. La corrupción nos ahoga y se lanzan las campanas al vuelo por la creación de 400.000 empleos en situaciones de franca precariedad laboral. Es un paso adelante la creación de empleo, pero queda mucho por hacer aún. Cuando mejoren las circunstancias nos alegraremos con más razón.