LA PIZARRA ESTÉRIL

En el baloncesto la estrategia cobra un nivel de importancia máxima. Desde la pizarra se ganan y se pierden partidos. Recientemente Pablo Laso fue elegido como el mejor entrenador de la Liga Endesa. Los números del Real Madrid en la fase regular han sido un escándalo, pero la gestión del técnico es cosa aparte. Me atrevo a afirmar que los buenos registros del conjunto blanco responden más a la calidad individual de sus jugadores que a los méritos del técnico.

La solvencia y el juego autoritario desplegado por los pupilos de Laso durante la temporada han escondido algunas lagunas tácticas. Esos errores curiosamente han aparecido en los momentos claves. Ya en la Copa del Rey el equipo fue incapaz de atar un partido que tenía ganado ante el Barcelona, que posteriormente se proclamaría vencedor del torneo. Ante Olympiacos en la Final Four, la inexperiencia volvió a jugar una mala pasada. Laso estuvo lento, no reaccionó a tiempo y la reacción griega acabó por dinamitar el partido. Una final que se esfumaba después de un inicio demoledor.

Uno de los principales achaques que se le puede reclamar a Laso es el juego a rachas, una dinámica imprevisible que no siempre ofrece buenos resultados. El equipo acumula parciales positivos con otros muy deficientes. Una tendencia irregular que se plasmó en el segundo partido de la Final de playoffs. La reacción tardía para frenar los parciales del Barcelona y la mala gestión del ataque contra zona son dos buenos ejemplos. Tampoco estuvo fino en la rotación. Darden desapareció en la segunda mitad tras ofrecer minutos de calidad en la primera. Rudy, apenas sin descanso, mostró síntomas de cansancio en los minutos decisivos. Mejorar esos aspectos y conseguir una mayor incidencia de los pívots en el rendimiento del equipo se antojan fundamentales para salir vivos del Palau.