LA VIOLENCIA

Vivimos en la actualidad en una sociedad violenta, donde el razonamiento y el poder de la palabra pierden peso de forma preocupante. La vía del diálogo ya no es una opción para solucionar los conflictos que puedan surgir. Se trata de un recurso minoritario que se ha visto reemplazado por la agresividad y el descontrol.

Este fenómeno está generalizado e implica a diversas edades, status sociales, culturales… La violencia se refleja en multitud de actos a diario. No es casualidad que al consultar un periódico, web digital o  informativo de televisión las noticias de esta índole abunden. Además, las redes sociales no han ayudado a calmar la lacra. Son un altavoz representativo de dichas actuaciones. Facebook. Twitter o Instagram son a menudo un nido de insultos, vejaciones, mentiras, manipulaciones y actitudes violentas.      

Esta semana el colmo se escenifica con la vergonzosa pelea que se ha producido en Marbella. A plena luz del día y testificando en primera línea los abusos de una noche de excesos, donde el más fuerte, el que más golpea, el que menos cordura impone se convierte en el rey de la selva. Una salvajada en toda regla que merece una seria reflexión. Lo peor es que desgraciadamente no es un caso aislado, y confrontaciones similares tienen lugar todas las semanas, otra cosa es que lo hagan público o no. Desde luego que usar las redes sociales para mostrar esos contenidos es tan innecesario como la pelea en sí.

No vamos a arreglar el problema de la violencia de la noche a la mañana. Este asunto procede de abajo, de la educación y de los valores recibidos y aprendidos. En la base está la clave. En la educación en valores, la solución.