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SIMPLEMENTE BALONCESTO

23.02.2015 20:53

 

 

El deporte de la canasta es diferente. Esconde varios partidos en uno y aguarda una tensión difícil de encontrar en otras modalidades. Buena prueba de ello fue la final de la Copa del Rey disputada en Gran Canaria. El choque de trenes entre Barcelona y Real Madrid respondió a las expectativas, no tanto por el acierto de ambos equipos, pero sí por refrendar las verdaderas líneas maestras de este deporte denominado baloncesto. Emoción hasta el final, ese ingrediente imprescindible en cualquier partido decisivo.
 
Se enfrentaban dos formas distintas y efectivas, cada una a su manera, con dos técnicos que han creado dos señas de identidad en el basket nacional. El Barcelona es un conjunto magistralmente dirigido, sobrio y que está cocinando talento en los últimos años (Abrines, Hezonja). Ya no depende de Juan Carlos Navarro, el omnipresente capitán afronta la fase final de una carrera triunfal y plagada de éxitos. Y en el juego interior Tomic crece y crece, convirtiéndose en un ogro cuando tiene delante una camiseta blanca como rival. La exhibición del croata alcanzando los 40 puntos de valoración no fue suficiente. Depender en exceso del pívot fue una trampa para los azulgrana, incapaces de encontrar otras vías de anotación. Tienen calidad, pero quizás falta esa casta que se encuentra en su gran rival, el Real Madrid.
 
El equipo de Pablo Laso se ha convertido en algo más fiable y menos efectista. Siguen viviendo del acierto de sus exteriores, pero no dudan en jugar balones dentro con la segunda juventud de Reyes como estilete. Ayón crece poco a poco, aunque se espera algo más del mexicano. Por su parte, Nocióni fue uno de los aspectos diferenciales. Sus tapones anularon a más de un jugador contrario y encendieron la luz de conexión de la defensa blanca, que también agradece la vuelta de Slaughter a la rotación. Con esos factores y Rudy ejerciendo de líder se puede explicar una victoria que se vendió cara. Buenos minutos de Sergio Rodríguez, que incluso sacrificó su talento para amarrar la defensa blanca. Llull, héroe en otras ocasiones, pasó desapercibido. Aquí no acaba la batalla, la lucha sigue servida. ACB y Euroliga son dos cimas por conquistar. Simplemente baloncesto. 
 

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